Me fui a acostar en la tienda
mientras tanto
se escuchaban
en el techo de mi frente
en sonido agotador
Mil golpes por segundo
y yo no sabía
si era lluvia
o fuego
Mil quinientos golpes por segundo
y yo no sabía
si ardía algo
o si se estaba mojando
Tres mil golpes por segundo
Y seguía sin saber
si eran las nubes
o las llamas
o los pensamientos
o tal vez todo junto
al mismo tiempo y en asincronía
bailando
como los árboles
cuando los lleva el viento
y en medio de
una confusión total
me quede dormido
con la esperanza
que sólo fuera una lluvia fuerte
que vino a apagar
un fuego que nunca tuvo un dueño.